martes, 9 de junio de 2015

Pregúntale a ella


Ella tenía la manía de insistir en aquello que se proponía, tenía el defecto de decir o pensar tarde las cosas e incluso aquello de ‘’nunca llegar a decirlas pero siempre estar pensándolas’’, tenía rodeándole el vestido el miedo a olvidarse de lo importante que son los detalles y de lo enamoradiza que se había convertido de toda casualidad que cruzaba la ventana de su dormitorio. 

Era de esas que disfrutaban planificando las cosas al detalle, a sabiendas de que siempre prefería las pequeñas sorpresas que se topaban con ella cada mañana en el pequeño espejo del aseo. Curiosa como ella sola, tenía las ganas escondidas en cajones y estanterías a la espera de que alguien le dijera qué sería de ella en 10 años, aunque es probable que conocer el final de su propia historia haga que todo cuento pierda su magia.

Tenía la fuerza para tragar mares de lagrimas pero era totalmente incapaz de aguantar una sola risa si hacías el amago de hacerle cosquillas. Dicen que alguna vez tuvo que haberle ganado un pulso al tiempo ya que disponía de este a su antojo, era de ‘’tengo tiempo para todo  y para nada a la vez’’, pero nunca le faltaba, tenía esperanza para regalar a cualquier extraño, tenía sueños para completar pasillos y pasillos de una filmoteca sin orden cuerdo, tenía una batalla continua entre el deber y la pereza acompañado con una coletilla en bucle de "a ver si a la próxima aprendes", le gustaban cada uno de los detalles que recorren las calles de cualquier ciudad, el arte de callejear y dejar a un lado las guías de viaje le parecía el mejor de los planes.

Tan sencillo hacerla feliz, tan fácil de engañar, tan rara, tan de segundas o terceras oportunidades hasta perder cuenta, pero no le preguntes por razones porque no atiende de ellas, instinto solía llamarlo, ahora hace mucho que no se de ella, la perdí entre mantas y canciones, se quedó escribiéndole a nadie mientras volvía a sonar el piano que siempre había querido aprender a tocar.



S-

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